jueves, 30 de marzo de 2017

ALBARELO

El albarelo, palabra derivada de al-baraní (vaso de drogas), es un recipiente cerámico en forma de vaso cilíndrico, ligeramente entallado en su parte central para poder cogerlo con facilidad, esmaltado tanto por el interior como por el exterior para evitar la porosidad del material (salvo en los de los S.XIII y XIV). Se utilizaban para conservar sustancias sólidas o viscosas usadas en la elaboración de medicamentos, convirtiéndose en el envase farmacéutico por excelencia y en el elemento más importante del botamen.
El origen del albarelo es persa, probablemente del S.XII, y su diseño parece estar inspirado en la caña de bambú, ya que este material era utilizado en la fabricación de envases para transportar drogas.
Llega a Europa a través de las zonas de influencia musulmana como objeto de lujo y poco después empieza a fabricarse en dichas zonas para uso interno y de exportación, convirtiéndose en las primeras piezas de cerámica de uso exclusivo farmacéutico del continente. Los alfares más importantes, y los primeros en comenzar a producir albarelos en Europa , estaban en España (Manises, Paterna, Teruel, Talavera de la Reina, etc). Se fabricaban de distintos tamaños, llamándose los más pequeños pildoreros, pues se usaban para guardar píldoras. También en Italia hubo relevantes alfares, como los de Faenza y Urbino.
A partir del S.XV los albarelos ya están ampliamente difundidos por la Península Ibérica, Francia e Italia. Durante este siglo y el siguiente se realizan las piezas más importantes y con las decoraciones más hermosas.
La base de la decoración era el esmalte. La técnica del esmaltado fue introducida por los árabes en España. Se utilizaba el estaño para conseguir un color blanco sobre el que luego se pintaba, normalmente con tonos azules o verdes y morados, pero también con amarillo, dorado, etc. Muchas decoraciones se hacían personalizadas, con letreros indicativos del contenido o escudos heráldicos de la orden religiosa a cuya farmacia iba destinada la pieza.
Como nota final, decir que los albarelos tenían tapa, aunque es raro verlos con ella hoy día. Inicialmente se fabricaron de pergamino y se fijaban con una cuerda. Más tarde se fabricaron de metal.
 Autor: Luis Marcos Nogales (farmacéutico)

domingo, 19 de marzo de 2017

ALFARERÍA POPULAR MOLINESA

Con el cese de la producción del alfar de Miguel Fuertes en la década de 1950 se extingue la peculiar e interesante alfarería tradicional molinesa. La forma más representativa salida de las manos del alfarero es el cántaro, cacharro imprescindible en el ajuar doméstico de la sociedad rural tradicional que servía para que las mujeres pudiesen transportar el agua desde la fuente a la casa, almacenándola en el propio cacharro hasta su uso en el guiso, en la limpieza de los enseres de cocina o en los barreños y cociones de la colada. El cántaro molinés es excepcional en la alfarería popular de la provincia de Guadalajara, pues su morfología se asimila más a la de los centros alfareros aragoneses del Jiloca que a la del resto de alfares provinciales. 






El cántaro robusto y pesado fabricado por Miguel Fuertes, oriundo de Daroca, donde aprende el oficio, se produce de forma residual en la última fase de actividad del alfar y se caracteriza por tener una forma de peonza con base muy ancha en relación al tamaño del recipiente y por disponer un cuello con forma de embudo, cilíndrico en su parte superior y de borde plano, que se ejecuta en una segunda tirada después de que el cuerpo haya secado. Mientras que lo habitual en el resto de centros alfareros provinciales es que el cántaro tenga un único asa, en el cántaro de Molina de Aragón se disponen dos asas acanaladas enfrentadas que nacen a mitad del cuerpo con una pegadura apuntada muy pronunciada y que terminan en la transición entre el cuerpo y el cuello. Sin embargo, la característica más llamativa, que otorga una gracia y belleza especial al cacharro, es la orla de dos bucles que el alfarero pinta a pincel con almagre rojo (el famoso ocre extraído en las minas de Peñalén) a cada lado del cuerpo. Aunque el tamaño del cántaro es variable, lo habitual es que su altura no sobrepase los 40 centímetros, oscilando su capacidad entre los 12 y los 16 litros.

A pesar de su producción residual, el cántaro era tan apreciado por la población molinesa y está tan enraizado en sus usos y costumbres que, cuando se extinga la producción de los alfares tradicionales que rodean el cerro del castillo, otros alfares extra-provinciales imitarán su forma y lo distribuirán por todo el Señorío de Molina. En las fotografías inferiores los cántaros que aparecen en la fuente de Tortuera o, a la venta, en el antiguo bazar de la calle de las Tiendas, son imitaciones procedentes de Agost (Alicante) de los cántaros de Molina de Aragón.  Esta pieza inconfundible es el bello epílogo de la alfarería del Señorío de Molina, por otra parte, muy desconocida.

   CARLOS TOLEDANO


















viernes, 17 de marzo de 2017

KALATHOS DE EL PINAR DE CHERA


Los kalathos pertenecen a un tipo de piezas ampliamente difundidas en ambientes ibéricos.
En el valle del Ebro aparecen a partir del siglo III a. C. Beltrán al analizar las formas de kalathos procedentes de la ciudad de Azaila (Beltrán Lloris, 1976, 228)señala que los ejemplares de pequeño tamaño, perfil troncocónico y fondo poco levantado serían los más antiguos.
De cronología más avanzada serían los ejemplares de perfil cilindroide, como nuestra pieza, que a juicio de Beltrán corresponderían al siglo I a.C., época en la que en Azaila se generaliza esta forma.
Este tipo pasará con el tiempo al área correspondiente a la cultura celtibérica como queda constatado en los hallazgos de Belmonte (Cabré, 1909-10), Alto Chacón (Atrián, 1976), Contrebia Belaisca (Beltrán Martinez, 1980), o el recientemente recuperado en las excavacionesdel castro de La Coronilla, en la misma localidad de Chera, tan sólo a unos centenares de metros de El Pinar con una cronología comprendida en la segunda mitad del siglo I a.C.
En el capítulo que hace referencia a los sistemas decorativos es de resaltar la clara relación del conjunto de El Pinar con respecto a focos tanto numantinos como a otros como a otros pertenecientes a la cultura celtibérica asentada en las tierras occidentales del Bajo Aragón.
Es observable una marcada tendencia geometrizante, que nada tiene que ver con los esquemas naturalistas de Azaila y los alfares de su entorno -y menos con los del mundo levantino-, caracterizados por complicadas composiciones a base de motivos vegetales, zoomorfos e incluso antropomorfos, combinados con otros tantos geométricos.
La decoración pintada de las cerámicas de El Pinar de Chera se podría encuadrar dentro de la tradición pictórica de una serie de poblados bajoaragoneses cuyo ámbito de influencia ha sido descrito por varios autores (Beltrán Martinez et alii, 1981,319), y que se caracterizaría por la casi total ausencia de temas naturalistas en detrimento de una gama de motivos geométricos, muy comunes al resto de las cerámicas ibéricas, pero que en conjunto forman una serie de composiciones peculiares.
Ciertos datos disponibles en la actualidad incitan a pensar que a partir del siglo IIa.C. se inicia una expansión hacia el interior de influencias culturales procedentes de los poblados plenamente iberizados de Levante y Bajo Aragón que incidirían de forma activa en las comunidades celtibéricas limitrofes.
Creemos significativo el paralelismo que muestran las cerámicas de El Pinar con respecto a muchos de los lotes cerámicos recuperados en poblados del ámbito cultural del que venimos hablando; en Contrebia Belaisca encontramos ramilletes hechos con pincel múltiple y series de meandros  asociados a formas notablemente parecidas a las que acabamos de estudiar.
En el poblado de Alto Chacón se documentan con frecuencia meandros en combinaciones geométricas junto a piezas del más claro estilo numantino. Atrián Jordán, en la publicación de los trabajos realizados en este asentamiento turolense recoge en el departamento IA el tema de triángulos flanqueados por volutas  -tema resultante de la degeneración de las hojas de hiedra de plena época ibérica- presente también entre las cerámicas indígenas de época postsertoriana de Numancia , e incluso en Azaila.
  Texto y dibujo de Jesus A. Arenas Esteban
   Fotografías de Roberto Cardil