jueves, 14 de agosto de 2014

Bernard Leach relata como tuvo su primer encuentro con el rakú

Antes de "tocar" barro, nos ponemos en situación con la lectura de un pequeño párrafo del libro "Manual del ceramista" de Bernard Leach


Bernard Leach en su libro "Manual del ceramista " relata como tuvo su primer encuentro con el rakú:
Dos años después de mi regreso a Extremo Oriente, en 1911, fui invitado un día a una fiesta al aire libre en casa de un amigo artista de Tokio. Veinte o treinta pintores, actores, escritores, etc., estaban reunidos, sentados en el suelo de una gran habitación para el té; se veían pinceles y platillos conteniendo colores esparcidos por todas partes, y al poco rato entregaron unas vasijas de cerámica sin esmalte, para que escribiéramos o pintáramos algo en ellas. Casi todos los japoneses bien educados son suficientemente hábiles con el pincel para poder escribir una frase cursiva decorativa, de gran belleza a los ojos occidentales, e incluso muchos de ellos también pueden pintar. Se me dijo que en el transcurso de una hora estas cerámicas serían esmaltadas y después cocidas en un pequeño horno portátil, que un hombre estaba alimentando con carbón en el jardín, algunos metros más allá de la terraza. Luché con mis pinturas y los extraños pinceles largos, se llevaron después mis dos vasijas, las sumergieron en un cubo lleno de barniz de plomo blanco cremoso y las colocaron alrededor del techo del horno, para calentarlas y secarlas durante algunos minutos antes de introducirlas cuidadosamente, con unas tenazas de largos brazos, en la caja interior del horno o mufla. Aunque esta cámara estaba ya a la temperatura de rojo naciente', las vasijas no se quebraron. Se colocaron unas tapas de refractario encima del horno y el ceramista atizó el combustible hasta que saltaron chispas. Al cabo de media hora el interior de la mufla se puso gradualmente al rojo claro y pudo verse el barniz de nuestras vasijas a través de la mirilla, fundido y brillante. Se retiraron las tapas y se sacaron una a una las relucientes vasijas, que colocaron sobre baldosas. Su brillo fue atenuándose lentamente y aparecieron los verdaderos colores, mientras se producían curiosos ruidos, leves, secos y tintineantes y el esmalte iba cuarteándose por efecto del enfriamiento y la contracción. Transcurrieron otros cinco minutos y pudimos coger cautelosamente nuestras vasijas.

Como resultado de esta experiencia, debió despertarse en mí un impulso adormecido, pues empecé enseguida a buscar un maestro. Poco después encontré uno en Ogata Kenzan, anciano bondadoso y pobre, arrinconado por el nuevo comercialismo de la era Meiji. A la sazón vivía en una casita de los barrios bajos del norte de Tokio. Por él aprendí cómo hacer raku y gres de acuerdo con la tradición japonesa. Sin ninguna duda, la mayoría de las obras atribuidas al «Primer Kenzan» en nuestras colecciones occidentales, fueron en realidad hechas por él o por su inmediato predecesor Kenya. Todavía nuestro anciano, como todos los artesanos orientales, se sentía perdido cuando se apartaba de la tradición y cedía a la influencia de Occidente. Más tarde me puse de acuerdo con él para que me construyera un horno en mi jardín, me revelara sus fórmulas tradicionales y me guiara durante dos años. Pasé nueve años seguidos en Japón y China, cada vez consagrando más horas de mi tiempo a mi nueva vocación, recogiendo ideas de todas las fuentes que se ponían a mi alcance, y sometiéndolas a la prueba final del fuego. El raku tiene dos desventajas que deben mencionarse junto a aquellas cualidades que obviamente lo hacen recomendable al artista, al artesano y a la escuela: poroso cuando nuevo, y relativamente frágil; con el uso y el tiempo los poros de la pasta y las figuras del barniz se van tapando gradualmente, de tal forma que es por tal razón que a veces dejan de producirse las huellas de humedad que transpiran las vasijas por su base sobre una superficie pulimentada. Su fragilidad, debida a la baja temperatura de cocción, requiere que las paredes, las asas y los pitorros sean bastante gruesos. Por esta razón no es aconsejable hacer en raku los finos juegos de mesa. Una cocción preliminar del bizcocho a más alta temperatura fortalecerá la pasta, pero a expensas del carácter blando característico de este barniz y de su aspecto agrietado. Los japoneses fabrican cerámica de esta clase, usando barnices coloreados blandos sobre un bizcocho cocido a temperatura de gres, y la denominan «Kochi» (cerámicas de Cochin-China); pero para realizar este tipo de cerámica se necesita un horno que alcance altas temperaturas."

martes, 12 de agosto de 2014

I JORNADAS DE COCCIÓN DE PIEZAS EN HORNO DE LEÑA EN TARTANEDO (GUADALAJARA)

Durante la segunda semana del mes de agosto de este 2014, hemos realizado un taller de cocción de piezas en leña en Tartanedo (Guadalajara) dirigido por Luis Larriba.

Para realizar este taller nuestro maestro y anfitrión ha construido un pequeño horno con ladrillos refractarios siguiendo las instrucciones del libro de Daniel Rhodes, hornos para ceramistas,

Con las piezas cocidas se ha preparado un taller de Rakú.

PRESENTACIÓN DEL CURSO

Presentación del curso y de las actividades que se van a realizar




INFORMACIÓN SOBRE EL RAKÚ Y LAS PIEZAS QUE SE VAN A HACER

Buscamos información sobre la cerámica tradicional que se utiliza en la ceremonia del té.

Luis Larriba presentó tres piezas realizadas a mano que se ofrecen para su decoración y cocción.

CREACIÓN DE PIEZAS PARA EL TALLER

Además de las piezas presentadas por el maestro Larriba, se han creado varias piezas de la cultura tradicional.

Celia, la más joven del curso está preparando una menina de pasta refractaria albina.


El resultado de las piezas creadas de forma libre los cada uno de los alumnos y alumnas tienen un aspecto fantástico.

SECADO

Las piezas fueron secadas al aire libre durante toda la noche y recibieron las primeras luces del día tras amanecer


BIZCOCHADO

Cámara de combustión y cenicero del horno construido para la ocasión por Luis Larriba




BAÑADO DE LAS PIEZAS

Tras la cocción de las piezas en baja temperatura para conseguir un buen estado de bizcocho, nos preparamos para bañarlas en un esmalte de base bajo la atenta mirada de nuestro  maestro.

El maestro Larriba explica a Maite cómo debe mover la pieza para que de una sola vez reciba una capa suficiente de esmalte...







... y después Maite y los demás hacemos lo que podemos.

DECORACIÓN

Nos aplicamos con el pincel ...



... Y este es el resultado 







CARGA DEL HORNO

Una vez decoradas, se procede a la carga del horno.




TRAS LA COCCIÓN, SE ABRE LA CÁMARA DE COCCIÓN

Se van apartando los ladrillos


Las piezas al rojo vivo

Comienza la extracción de las piezas con unas pinzas de hierro y perfectamente equipados contra el calor.


LA PIEZAS SUFREN UNA FUERTE REDUCCIÓN

Las piezas al rojo se introducen en latas llenas con serrín y se cubren con paja y papel que arde de forma inmediata provocando una fuerte humareda

Y después se hunden en agua para detener la reducción y fijar los esmaltes.


PRIMEROS RESULTADOS





EXPOSICIÓN Y CLAUSURA

Cinco días después del primer contacto, el grupo muestra las piezas conseguidas a visitantes del taller en una pequeña exposición.