La lámpara de mayor éxito, una jarra aplanada, se fabricó en el mundo romano y cambió poco durante más de cuatrocientos años. Las exportaciones llegaron a las islas británicas, el sur de Argelia y Oriente Medio. Algunas estaban torneadas, pero la mayoría se moldeaba a presión en moldes de dos piezas: solían tener un diseño en la tapa plana, llamada discus. Existían dos agujeros: uno en el pitorro, para la mecha, y otro en el discus, para llenar el depósito. Las descendientes de este diseño aún pueden verse hoy en lugares de Asia y África.
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